“...la mayoría, curiosos pasajeros innecesarios. Frente a
la farmacia, una mujer (después me enteré de que se llamaba
Clara) estaba como poseída por el don del mando. Parecía que
veía cosas que nosotros no veíamos. Hacía círculos con los
pies, como marcando el terreno; y hablaba tanto que nadie,
pero nadie, la podía seguir.”
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